Santiago Apóstol, historia del santo patrón y del «¡Santiago y cierra, España!»

16 abril 2024

El 25 de julio es Santiago Apóstol, patrón de España. Que un santo sea patrón y mecenas de un país europeo ya dice mucho de su historia, vinculada a la historia del Cristianismo de la Antigüedad y a los reinos cristianos de la Edad Media. El famoso grito de ¡Santiago y cierra, España!, tiene connotaciones bélicas y su origen roza la leyenda porque se achaca como una arenga de guerra, empleada en la mítica fecha de 1212, la legendaria batalla de Navas de Tolosa. Los historiadores que se han ocupado de esa época coinciden en señalar en decisiva esa batalla; tanto para el devenir posterior favorable a los reinos cristianos en el objetivo de la Reconquista, como para cierto sentido de «unidad hispana» de esos reinos del norte peninsular.

Pero esa frase que se fue trasmitiendo de siglo en siglo, no parece tener consenso a la hora de marcar las comas y de tener usos nacionalistas o meramente guerreros. En batalla medieval contra el musulmán es evidente el uso motivador de las tropas cristianas al referirse al protector religioso de todo un apóstol como era Santiago. El grito razonable era ¡Santiago! Pero en las lenguas romances de esos días, ¡Cierra!, significa avanzar, cerrar filas y dirigirse al combate. Ambas palabras se pronunciarían por separado, aunque en un mismo contexto.

 

Es con la llegada de la Edad Moderna y los ejércitos imperiales que se recupera ese grito guerrero, en realidad esas palabras sueltas como arengas, en una frase algo más rebuscada que ha sido la provocadora de malentendidos y debates. Los soldados de los Tercios españoles se procuraban la protección del Apóstol y a la vez lanzaban su motivador «¡Cierra!» que era una versión mucho más elegante y literaria que el actual «¡A por ellos!», de las competiciones deportivas.

 

El acompañar con «¡España!», no era más que una metáfora de que a la tropa que se arenga era a toda una nación. Sin embargo, la sintaxis y la misma semántica no quedaba conforme y confirmada en su sentido más amplio. Hasta en el mismo don Quijote de la Mancha se plantean las dudas y es Sancho Panza quien se pregunta si España está abierta de par en par y debe ser cerrada. Se convierte en un tópico cultural que alude a símbolos como la citada Reconquista o a la Contrarreforma en la necesidad de «cerrar» España a las malas influencias o doctrinas no católicas.

Desde finales del siglo XIX y el constante debate sobre el sentir y sentido de España, en generaciones de intelectuales como la del 98, la frase se torna peyorativa y se relaciona con pensamientos reaccionarios que atentan contra el progreso y modernidad de España. Eran ideas que deseaban incluir el concepto negativo del verbo «cerrar» en la semántica de la célebre arenga. Tampoco ayudó que personajes de los tebeos de la posguerra (Guerra Civil) y del franquismo, como el Guerrero del Antifaz y el Capitán Trueno la recuperasen como texto en sus viñetas; identificando la frase con la idea franquista de «defender España» del enemigo comunista exterior.

En realidad, hoy día esa fecha festiva no se relaciona con la arenga cristiana, más bien con las festividades religiosas de las vacaciones de verano. Es el día del Santo Apóstol, que se piensa evangelizador de España (Hispania, en realidad). Acabado el pentecostés, el fin del Tiempo de Pascua, del año 33 d.C. el apóstol Santiago es uno de los enviados a predicar fuera de Palestina. Según la tradición bíblica a Santiago le correspondió Hispania, actuales países de España y Portugal. Y la manera de llegar a esa entonces provincia romana, sin rigor histórico suficiente se cuenta que fue desde Jerusalén atravesando las Columnas de Hércules, el actual Estrecho de Gibraltar, y bordeando el litoral portugués para arribar finalmente a Gallaecia, la Galicia actual.

Considerando las imprecisas fuentes y la historia relacionada más con la leyenda, Santiago el Mayor, sí que está constatado como uno de los grandes evangelizadores de los cristianos primigenios, que extenderían la palabra de Cristo desde la zona de los  actuales Palestina e Israel. Hijos de Zebedeo, Santiago y Juan eran dos hermanos expertos pescadores como su padre. Dedicados a la pesca en el lago Genesaret en la ciudad de Cafarnaún, en la Galilea del actual Israel. Su nombre parece que era Jacob, pero en las trascripciones para difundir la palabra de Jesús en latín derivó en Sanctus Iacobus. En lengua romance se transformó en Santiago. Formaba parte de ese estrecho círculo reunido por Jesucristo de doce apóstoles, donde muchos eran pescadores como Simón (San Pedro) o el futuro San Andrés.

 

La vehemencia y la pasión que demostraba Santiago en su predicación, le hizo conseguir el apodo impuesto por el mismo Cristo de «hijo del trueno». Una percepción de coraje y ardor que también casó con su imagen de «Santo guerrero».

 

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