El curioso origen de la arenga «No Pasarán»

17 abril 2021

 

Esa frase ha pasado al imaginario histórico al recoger el espíritu de resistencia de los asediados de Madrid en la Guerra Civil española. Se ha considerado por los historiadores que la pronunció Dolores Ibárruri, La Pasionaria, líder del PCE (Partido Comunista de España) el 19 de julio de 1936, en un improvisado discurso popular condenando el golpe de Estado contra la República. Luego, pasaría a ser de las consignas más vistas en las calles madrileñas durante el asedio sufrido desde el inicio del conflicto. Era la manera de insuflar ánimos entre la población, con arengas de este tipo que animaban a seguir resistiendo.

 

 

El «No pasarán» de la Batalla de Verdún

Es complicado determinar si Dolores Ibárruri pronunció esa arenga conociendo una teoría de su origen en una consigna militar pronunciada por primera vez en las trincheras de la Gran Guerra. Mujer bien informada y ya con actividad política en esas fechas de la I Guerra Mundial no sería algo improbable, aunque puede que todo sea una simple coincidencia. Otras hipótesis sobre el origen tiran del hilo de la historiografía más local. Existe una «teoría española» que afirma que el origen del No Pasarán está en el Madrid liberal de 1822los héroes del 7 de juliouna milicia popular que se enfrentó a las tropas de la Guardia Real sublevada para retornar la monarquía absolutista. Don Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales tiene un tomo dedicado a este hecho, titulado el «7 de Julio»; aunque no consta la mención explícita a la frase que un siglo después se haría tan célebre.

 

Por eso y porque sería una referencia cultural muy alejada del contexto de Dolores Ibárruri, parece que existe más lógica en acudir al origen de esa arenga en dos altos oficiales franceses durante batalla de Verdún en la Primera Guerra Mundial. Varios estudiosos atribuyen el «No Pasarán» al general Petain y otros al general Neville. Este último sustituyó al primero en la dirección de las tropas francesas en ese frente. Si fue Petain resulta una coincidencia un tanto irónica. Pues la frase la pronunciaría por primera vez el que luego, con los años, sería el dirigente pro alemán de la Francia ocupada (gobierno de Vichy) y colaborador del dictador español, Franco. Irónico porque en la resistencia republicana de Madrid contra las fuerzas fascistas, el general golpista tuvo que aguantar el difundido lema No pasarán que –irónicamente- acuñó su aliado Petain contra los alemanes.

 

Veamos el contexto histórico donde surgió esa famosa frase: el ataque a Verdún, que fue clave para el desarrollo de la Gran Guerra. Cuando se produce el ataque de las potencias centrales (alemanes y austro-húngaros) en febrero de 1916 a la fortaleza de Verdún, la Gran Guerra se encuentra estabilizada. Estamos en la fase del «frente estable», nadie gana, nadie avanza con ventaja. Es la guerra de posiciones que daría la imagen más icónica del siglo XX para la historia: la guerra de trincheras. Los alemanes lo saben, a pesar de sus avances en el frente ruso, son conscientes que la victoria en la guerra pasaría por «entrar en Verdún», rompiendo el frente occidental.

Para evitar este propósito estratégico se pone al frente de la fortaleza de Verdún al prestigioso general Petain, el más valorado por el Estado Mayor francés. A pesar de los constantes bombardeos de la artillería alemana y las incursiones casi suicidas de la infantería germana, el frente de Verdún aguantó. Fueron seis meses de resistencia que quedaron como emblema del nacionalismo francés y como vigor en la moral del combatiente galo. Una de las arengas que se usaron para animar a los soldados franceses a resistir y evitar el asalto a Verdún fue precisamente el «No Pasarán», que se distribuyó en pasquines por los puestos de defensa.

 

La batalla del Somme, «el sí pasaremos»

 

Ante esta nueva estrategia de desgaste y de intentar abrir brecha de los germanos, los Aliados (Francia y Gran Bretaña) emplearían otra táctica similar y para aliviar el cerco sobre Verdún proyectaron un ataque sobre las posiciones de la Entente en el río Somme. Lo que hizo particular este ataque fue la combinación por primera vez en la guerra de infantería y de carros de combate. Los ingleses emplearían andanadas de artillería pesada y cargas de tanques acompañados de soldados.

 

Aún así todo fue inútil, la guerra siguió «bloqueada» en un frente de trincheras y ambos bandos perdieron – entre Verdún y Somme – más de un millón de hombres por contendiente. El conflicto estaba paralizado en todos los frentes y principalmente en ese tan importante del flanco occidental. En realidad el asedio de Verdún sólo se vio más libre de acoso cuando los alemanes tuvieron que enviar al frente ruso varios batallones tras un contraataque inesperado y (en principio) victorioso del Zar.

 

La Primera Guerra Mundial no parecía tener fin porque estaba en «tablas», así llevaba más de tres años y el agotamiento físico, psicológico y moral de las sociedades y estados en litigio era patente. La igualdad se rompería con la entrada en el conflicto de Estados Unidos a favor de los aliados. El detonante fue el hundimiento de barcos mercantes y de pasajeros (el crucero Lusitania) americanos durante el bloqueo naval germano contra los británicos. Una excusa “oportuna” para entrar en una guerra que en principio les parecía a los estadounidenses muy lejana. Sin embargo, el verdadero desenlace que llevaría a la paz lo protagonizarían los “indignados” de la época. En la Rusia zarista provocarían la Revolución de Octubre, en Francia la «rebelión pacifista» de gran parte del ejército, en Alemania el derrocamiento del Kaiser y la proclamación de la república.

 

 

Gustavo Adolfo Ordoño 

-Historiador y periodista-