Historia de los Tudor

20 marzo 2021

 

El emblema de la Casa Tudor se compone de una  Rosa blanca y roja, formada por dos anillos de pétalos superpuestos. El blanco en el interior simboliza a la Casa de York y el rojo de la periferia a la rosa de la Casa de Lancaster. De esta forma, los Tudor representaban la unión del reino, al finalizar la guerra civil en el siglo XV entre las dos citadas dinastías, conocida como la «Guerra de las Dos Rosas». Una guerra civil que configuraría lo que poco después acabaría siendo el Reino Unido.

 

El fundador de la Casa Tudor fue Enrique VII que batalló al lado de los Lancaster.

Su linaje era de origen galés. El primer Tudor que se conoce en la Corte es Owen Tudor, supuesto amante de la reina viuda de Enrique V de Lancaster, Catalina de Valois; de esta forma la familia Tudor emparentaba con la dinastía Lancaster aunque fuese de forma «bastarda». Owen fue ejecutado por la dinastía enemiga, los York, pero había conseguido seguir relacionado con los monarcas al casar a su primogénito con Margarita de Lancaster.

 

Será de esa unión Tudor-Lancaster, siendo descendientes también de los Plantagenet (Ricardo «Corazón de León»), que nacerá el futuro Enrique VII. Este primer Tudor para rubricar la paz nada más ser coronado rey, por sus derechos dinásticos vía materna, y por haber vencido al último monarca de la Casa York, Ricardo III, se casaría con una sobrina de éste último,  Isabel de York. De esta forma la nueva dinastía quedaba emparentada con todas las anteriores que se habían estado disputando la legitimidad del trono y así ella misma se legitimaba para reinar en las islas británicas.

A Enrique VII le sucederá y dará continuidad a la Casa Tudor, su hijo Enrique –el famoso Enrique VIII- en 1509. Reinará casi cuarenta años, hasta 1547 con el nombre de Enrique VIII. Pero no podrá consolidar la dinastía al dejar el reino en su enfermizo hijo varón, Eduardo, que morirá con 15 años, cuando apenas llevaba  meses ejerciendo de hecho su reinado, caracterizado por el poder de los válidos, tutores que impuso su padre.

 

Las seis esposas de Enrique VIII

 

En los seis casamientos de los que se tienen constancia, pues sus amoríos y amantes se pueden contar por cientos, tiene mucho que ver la obsesión por tener un hijo varón que le sucediera en el trono. Tanta ansiedad por conseguirlo provocó la ruptura matrimonial con Catalina de Aragón, hija de los prestigiosos Reyes Católicos, y el comienzo de las hostilidades con el Papado. Rompería con la Iglesia Católica al no concederle la anulación porque repudiaba a Catalina al no darle un vástago (le daría una hija, María Tudor), lo que propició la entrada de reformistas protestantes en Inglaterra con la creación de su propia Iglesia: la Anglicana.

Dejó a Catalina en la condición ambigua de «reina hermana». Pues antes de marido y esposa habían sido cuñados, ya que Catalina estuvo casada con el fallecido Arturo, hermano mayor de Enrique VIII. Ese «auto divorcio» le permite casar con la seductora cortesana Ana Bolena, que tampoco le dará un varón (tendrán una hija, la famosa Isabel I) y que a pesar de vivir un romance apasionado con ella también terminará decapitando. Las acusaciones para ejecutarla fueron graves: incesto y brujería.

Su tercera esposa será la católica y dama de buena familia Jane Seymour, de la que al final logró tener un hijo varón. Sin embargo, esa buena noticia le costó la vida de la madre, la reina Jane falleció de fiebres posparto. A ese niño le daría una educación de Príncipe del Renacimiento, para defenderse de las maquinaciones del reino para arrebatar el poder. Aunque no tuvo tiempo material de traspasar su corona con garantías. Enrique VIII murió cuando Eduardo, el ansiado hijo, contaba sólo con 10 años.

 

Pero en esos diez años de vida del pequeño príncipe sin madre y su padre Enrique sin esposa, el monarca siguió con la misma obstinación por tener más descendencia masculina. No confiaba en una sucesión segura, viendo la pésima salud del príncipe Eduardo. Esas esposas buscando garantías de tener mejor sucesor fueron Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr. De éstas, la primera apenas duró en la Corte seis meses, repudiada por el rey al que le decepcionó su físico. La segunda, Catalina Howard, fue decapitada, como su prima y predecesora, Ana Bolena, por adulterio. La última esposa, Catalina Parr logró sobrevivir a Enrique VIII y fue el artífice de la reconciliación del rey con sus hijas, María e Isabel, futuras reinas de la casa Tudor.

 

Personaje de la Historia y protagonista en el Cine y las series de TV. Desde luego la vida de Enrique VIII da para una película, una serie de televisión, una obra de teatro y hasta una ópera. Sus romances, sus luchas de poder, sus conflictos con la Iglesia de Roma y con hombres tan insignes como Thomas Moro han alimentado la imaginación de cualquier autor, de cualquier guionista. Entre las películas nos gustaría destacar la interpretada por Charles Laughton, titulada La vida privada de Enrique VIII (1933). De las series de TV nos quedamos con la estrenada en 2007, The Tudor. Fue una serie de éxito mundial con una ambientación histórica más que sobresaliente.

 

 

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