Beatriz Galindo, “La Latina”, da nombre a un barrio de Madrid

24 enero 2021

 

En el siglo XV no existía nada parecido a la lucha de la mujer por la igualdad. En realidad ni en las mismas mujeres existía una conciencia colectiva de esa aspiración. El papel femenino en la sociedad estaba completamente supeditado al protagonismo del hombre. Las excepciones en el poder, las reinas, lo eran por cuestiones de cuna.  Sobre el papel y sin ninguna duda una reina era superior en categoría y «honra» a cualquier hombre –que no fuera rey-; sin embargo, su condición de dama hacía en una reina cuestionar su capacidad como gobernante. Unos recelos y prejuicios que surgían sin más por no ser varón el monarca.

 

Fue algo que sufrió la inglesa Isabel I y que ocurrió, sobre todo al inicio de su reinado, con la primera Isabel de Castilla, la futura Isabel La Católica. Aunque pronto, en el mismo matrimonio con el príncipe aragonés Fernando demostraría su habilidad y derecho para gobernar y someter a la masculina y recelosa nobleza peninsular. En su formación del carácter decidido tuvo algo que ver su tutora de latín Beatriz Galindo, de la que pasamos a contar su historia.

 

 

La fecha de nacimiento de La Latina –Beatriz Galindo- se data hacia 1465. De familia hidalga venida a menos, como muchas en el siglo en el que se culminaba la Reconquista, fue elegida por ser la menor de varias hermanas para hacerse novicia. Se le preparó para ello enseñándole algunas nociones de la lengua eclesiástica, el latín, y no podía estar en mejor sitio para tal menester. Nació en Salamanca y allí, en las recientes aulas de la universidad salmantina, fue adquiriendo tan notorio nivel en la lengua clásica que con sólo 15 años ya era conocida por todo el reino como La Latina.

 

En 1486, cuando Beatriz Galindo se disponía a entrar en un convento para convertirse en monja, único oficio «cualificado» al que una dama podía aspirar en la época, la reina Isabel, sabedora de sus conocimientos profundos del latín, la mandó traer a la corte para ser su preceptora y enseñarle la lengua culta. Su fama como experta en latín desafiaba a su condición de mujer, lo que gustó a la reina católica que como contamos se la arrebató a la Iglesia  para servicios cortesanos. Ya en la Corte no solamente sería maestra de latín de Isabel I, también los cronistas de la época la señalan como consejera, camarera -ayudante de cámara-  y mujer de toda confianza de la soberana.

 

La Latina, una intelectual en la Corte de Isabel y Fernando, Reyes Católicos

 «…muy grande gramática y honesta y virtuosa doncella hijadalgo; y la Reina Católica, informada d’esto y deseando aprender la lengua latina, envío por ella y enseñó a la Reina latín, y fue ella tal persona que ninguna mujer le fue tan acepta de cuantas Su Alteza tuvo para sí». [Párrafo extraído de la crónica “Batallas y Quincuagenas”, del cronista contemporáneo Gonzalo Fernández de Oviedo]

 

Puede parecer anacrónico hablar de una intelectual refiriéndose a una “sencilla cortesana” de los siglos XV y XVI, pues las mujeres no aparecían en las referencias culturales. Pero en el caso de Beatriz Galindo observamos aspiraciones de reconocimiento de la mujer que se asemejan a las del siglo XX. Su particular lucha por igualarse con el hombre en unos tiempos de desigualdad abismal es reseñable, y más en una corte tan adusta como la castellana.

 

Beatriz Galindo quiso -y lo consiguió- estudiar a Aristóteles. Deseó y lo logró editar poesía, algo casi imposible para su época. Y lo más importante, llegaría a ser considerada la primera «profesional de la docencia». No sólo gozaría de su sabiduría la reina Isabel, también sería nombrada profesora de las cuatro hijas que tuvieron los reyes. Cuatro mujeres que curiosamente estarán ligadas a la futura historia de Europa.

 

Catalina de Aragón fue reina consorte de Inglaterra, con el singular Enrique VIII. Juana, conocida luego como Juana La Loca, fue la madre del emperador Carlos V. Las otras dos, Isabel y María, fueron sucesivamente esposas de Manuel I (al fallecer Isabel, se le ofreció al rey portugués a María). Está unión dinástica permitió a Felipe II reclamar y obtener en 1580 la corona de Portugal.

 

De La Latina se cuenta que tan agradecidos estaban los monarcas con ella, que le buscaron un buen casamiento. Un héroe del sitio de Granada, el capitán artillero Francisco Ramírez de Madrid, dando una dote de 500.000 maravedíes, toda una fortuna de la época. Esta mujer culta, de extracción humilde, cuando murió en 1534 dejó varias obras de caridad en Madrid. Como el primer hospital para pobres, cerca del Alcázar, más o menos por dónde hoy pasa la calle Toledo y están las calles del barrio que lleva su nombre: La Latina.

 

De esta forma, cuando mencionamos a La Latina en la historia de Madrid estamos hablando de Beatriz Galindo. Una dama, cortesana de Isabel La Católica, que consiguió –en cierta manera- en fechas más tempranas lo que anhelarían las activistas feministas desde finales del siglo XIX: reconocer la capacidad intelectual y política de las mujeres, dotes que se reservaban en exclusiva a los hombres.

 

 

 

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